El desarrollo socio-político-económico de un país depende de dos factores importantes de ingresos, por una parte los provenientes de sus recursos naturales propios, y por el otro, los recursos originados de la renta proveniente de los ingresos de sus ciudadanos, es decir, de los impuestos, tasas y contribución, sea cual fuere su origen.
Así las cosas, los recursos naturales constituyen parte importante del motor generador de la riqueza de los países, un ejemplo lo constituye el caso venezolano, un país bendecido por dios, con una naturaleza rica en especies minerales, hidrocarburos, agricultura, bellezas paisajísticas, entre otros.
A través del paso de los años la historia venezolana habla de cómo paso de ser un país con un buen producto interno bruto originado de la producción agrícola (café y cacao), a uno excelente proveniente de la renta de los hidrocarburos; pero este ultimo se ve apagado por el problema social que se causa a la sombra de esa riqueza, como muy bien lo señala Jean Bodin citado por Mora C., J. (2.003): “Los habitantes de un suelo fértil y abundante son generalmente afeminados y delicados, los valles fértiles dan ocasión a que los naturales se embriaguen en sus deleites. En cuanto a un país estéril son templados por necesidades, cuidadosos, vigilantes y trabajadores.”
Siguiendo la idea planteada por Bodin, el caso venezolano responde a este paradigma, pues a pesar de ser un país con un ingreso interno bruto elevado, con una producción de hidrocarburos exportable, considerable en gran medida, debería ser una nación desarrollada potencialmente, con un buen nivel de calidad de vida, con un porcentaje de pobreza mínimo, sino casi nulo, sin deuda externa ni interna; pero contrario a todo esto, es un país con una realidad completamente antagónica a lo que en teoría debería responder, así se observa como Bodin tiene razón al señalar que un país con riquezas en sus suelos es perezoso, lo que se traduce en altos índices de pobreza, marginalidad, delincuencia y lo que es peor corrupción.
Es por lo que, como muy bien lo señalaba Arturo Uslar Pietro, se debe “Sembrar el Petróleo”, el estado debe propiciar políticas publicas en donde sus habitantes puedan obtener créditos para fortalecer las industrial y alcanzar la descentralización de la economía, pasar de ser un estado paternalista a ser un estado contributivo de la riqueza, logrando tener una economía sólida compartida entre el Estado y los ciudadanos (empresarios privados), quienes coadyuvan al gasto publico y al fortalecimiento de la cadena económica.
En los últimos años y en manos del gobierno de turno, se ha visto la dotación de créditos para micro empresas y en gran medida a las cooperativas, pero es menester que se apoye a la generalidad de las empresas privadas, pues, son estas las que realmente pueden contribuir al fortalecimiento de la economía nacional, ya que, por una parte son fuentes generadoras de empleo y por la otra pagan impuestos, ambas cosas fortalecen la cadena económica nacional e internacional, lo que apuntalará a Venezuela como una potencia en el mercado internacional.
El punto focal radica en la conciencia que tomen todos los venezolanos de contribuir al mejor fortalecimiento de la economía del país, para lograr alcanzar el desarrollo de la nación, evitándose la propagación de la corrupción, las importaciones de alimentos innecesarias únicamente por el enriquecimiento de unos pocos sin tomar en cuenta al pequeño productor campesino; procurar dejar de lado la idea del Estado paternalista rentista de los hidrocarburos, y tomar más en cuenta los recursos naturales de los cuales goza la nación, para así alcanzar el desarrollo integral del país.
Mora C., Jesús. (2003). Recursos Naturales y Desarrollo. Caso venezolano. Revision de Literatura. [Consultado en: http://www.depfe.unam.mx/p-cientifica/coloquio-erdal/02AJesusMoraLtt.pdf]
miércoles, 8 de octubre de 2008
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